Viejo Marino

Navegando en el horizonte, con sus ojos entrecerrados, buscó el origen de la música y cuando se asomó por la borda, se encontró con una sirena.
Ella con su hermosa cara lo miró y detuvo su canción para sonreírle, con su mano le envió un beso y le deseó suerte en su navegar.
El perplejo, simplemente suspiró ante tanta hermosura y con una fuerte voz al viento dijo: “Gracias, muchas gracias y volveré, sólo para admirar tu belleza, solo para escuchar tu canción”.
Y así, reconfortado con su soledad, el viejo marino continuó su viaje, hasta llegar a puerto, y allí su secreto mejor guardado fue siempre el faro inolvidable de cada navegar.
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